Audi fue una de las pioneras en la utilización de aluminio a gran escala para la fabricación de sus vehículos: en 1994, la firma de Ingolstadt sorprendió con la presentación del A8 construido íntegramente en aluminio, bajo la tecnología Audi Space Frame que se destacaba principalmente por su bajo peso en comparación con las tradicionales carrocerías de acero. La compañía continuó utilizándolo junto con otros materiales ligeros como parte de una tecnología de construcción ligera multi-material. Una de las dificultades que plantea la producción de aluminio es que requiere mucha energía, pero para ello, la marca procesa el material para su reutilización mediante un ciclo cerrado de reciclaje que al día de hoy le permitió ahorrar más de 350.000 toneladas de CO2.
Las dos plantas encargadas de producirlo y que utilizan aluminio reciclado son las de Ingolstadt y Neckarsulm, donde se fabrican un gran número de modelos: el A3, A4, A5, A6, A7 y A8 junto con los componentes de los e-tron, pero está previsto que el resto de los complejos industriales de Audi también adopten este procedimiento en los próximos años.
El circuito cerrado de aluminio fue introducido en la factoría de Neckarsulm en 2017. En este proceso, la chapa de aluminio sobrante generada en la nave de prensado se devuelve directamente al proveedor, que lo prepara y reprocesa para obtener aluminio secundario reciclado de igual calidad, que posteriormente la marca utiliza en la línea de producción. Esto se lleva a cabo con dos proveedores, lo que le permite incrementar la cantidad de aluminio que entra en el ciclo cerrado. Así, Audi logró ahorrar aproximadamente 150.000 toneladas de emisiones de CO2 sólo en 2019, dos tercios más que en el año anterior. Por su parte, la planta de Ingolstadt también incorporó recientemente el circuito cerrado de aluminio, y la de Györ planea hacerlo el año próximo.
De cara al futuro, con la transición hacia la movilidad eléctrica en pleno avance, la marca señala que aumenta la proporción de emisiones de CO2 que son directamente atribuibles a la cadena de suministro. Tanto en la propia cadena como en los procesos de producción previos, Audi generará casi una cuarta parte de las emisiones de CO2 para 2025, en base al promedio previsto de la flota. Pero también está trabajando junto a sus proveedores para reducir el impacto: desde 2018 viene implementando un programa de acción que contribuirá a seguir reduciendo las emisiones en la cadena de suministro. Se han identificado oportunidades para hacerlo con nuevos circuitos cerrados de materiales, con el aumento de utilización de materiales secundarios o procesados y a través del uso de electricidad verde. El objetivo es que para 2025 se logre un ahorro potencial de CO2 de 1,2 toneladas por vehículo en promedio.