Y Bugatti lo volvió a hacer. El Chiron ya tiene a su sucesor y no solo está a su altura, sino que es aún mejor en todo, especialmente en potencia y prestaciones. Las marcas de deportivos vuelven a demostrar que se puede mejorar lo que hasta hace poco parecía ser inmejorable: el Tourbillon es la nueva joya de la marca francesa y además de su imponente diseño, guarda muchos secretos debajo de su carrocería.
Comenzando por su estética, a simple vista parece una evolución del Chiron y hay que reconocer que gran parte del estilo de su antecesor se mantiene, pero con líneas más tensas y marcadas que le aportan una cuota de agresividad. No falta la característica parrilla o toma de aire en forma de arco que identifica a la compañía, junto con las enormes tomas de aire de los extremos del paragolpes. Los faros, más rasgados, son de Led y cuentan con cuatro proyectores de forma más rectangular. Otro detalle característico de Bugatti es la carrocería bitono con los laterales en forma de C y que sirven a la vez de entrada de aire para su mecánica, de la que hablaremos más adelante.
La cubierta del motor en la parte central/trasera presenta un nuevo diseño, con más curvas y que a la vez recuerdan a los autos de la década del 40 por sus formas, mientras que el remate posterior está compuesto por las cuatro salidas de escape, el enorme difusor y los faros de estilo tridimensional que siguen la forma de la carrocería.
Puertas adentro, además de deportividad, se respira lujo y refinamiento, un ambiente casi artesanal, clásico y moderno a la vez. Sus líneas redondeadas, delicados apliques de aluminio y revestimientos en azul/celeste le dan un aspecto elegante y delicado. Mención aparte para el instrumental, inspirado en la relojería –de hecho, el nombre Tourbillon tiene ese origen-, es casi completamente analógico, a excepción de un pequeño display para el velocímetro y el indicador de marchas. Un detalle que no pasa desapercibido: el centro del volante es fijo y sólo gira el aro… ¿Innovador? La realidad es que no, de hecho, recuerda a los más “humildes” Citroën C4 y C5 de la década pasada. Sobre la consola central, varios mandos físicos y comandos para el audio y la climatización… ¿Y la pantalla? Tampoco falta, es sólo que está escondida: presionando un botón, se despliega una pantalla para el sistema multimedia, por lo que no resigna nada de la tecnología actual.
Ahora sí, pasemos a su mecánica. Tal como lo anticipamos, el Tourbillon estrena el nuevo motor V16 aspirado –en reemplazo del icónico W16- de 8.3 litros, capaz de girar hasta las 9.000 rpm. Hasta ahí, parece un propulsor de la vieja escuela, ideal para los más puristas… Pero la electrificación también está presente y corre por cuenta de tres motores eléctricos –que reemplazan la sobrealimentación- con los que consigue desarrollar unos impresionantes 1.800 CV, junto con una batería bastante potente de 24,8 kWh de capacidad con la que puede recorrer hasta 60 kilómetros en modo eléctrico.
Párrafo aparte para las prestaciones: puede acelerar de 0 a 100 km/h en 2 segundos, alcanzar los 200 km/h en 5 segundos y los 300 km/h en 10 segundos. Su velocidad máxima es de 380 km/h, pero hay un secreto más: conectando la “Speed Key” o segunda llave, puede llegar hasta los 445 km/h. Esperamos pronto poder ver un video del hypercar alcanzando esa velocidad, para lo cual necesitará un tramo de circuito o autopista lo suficientemente largo.
Eso sí, más allá de que ya fue develado, lo cierto es que aún está en fase de pruebas. Para verlo realmente en las calles, habrá que esperar hasta 2026 cuando sea entregada la primera de las apenas 250 unidades que serán construidas, con un precio estimado de 3,6 millones de euros.
“El desarrollo del Bugatti Tourbillon se ha guiado en cada paso por los 115 años de historia de Bugatti y las palabras del propio Ettore Bugatti. Sus mantras ‘si es comparable ya no es un Bugatti’ y ‘nada es demasiado bello‘ fueron un camino guía para mí personalmente, así como para los equipos de diseño e ingeniería que buscaban crear la próxima y emocionante era en la historia de nuestra marca”, destacó al respecto Mate Rimac, CEO de la firma de Molsheim.
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