Los climas extremos ponen a prueba la resistencia de cualquier vehículo y en un lugar tan inhóspito como la Antártida, contar con una unidad confiable y robusta resulta clave. Toyota fue pionera en enviar una Hilux al continente blanco en 2002 y esta semana acaba de desembarcar la sexta pick up, en este caso destinada a la Base Petrel, donde será utilizada para las actividades diarias de científicos y otras operaciones.
La entrega del vehículo forma parte de una extensa relación de cooperación entre Toyota Argentina y el Comando Conjunto Antártico. En este caso, se trató de una Hilux GR-Sport II, equipada con el motor naftero V6 4.0 de 238 CV y 376 Nm de par, acoplado a una caja automática de 6 velocidades. Además de las modificaciones con las que cuenta esta versión desarrollada por la división Gazoo Racing en la suspensión, dirección y puesta a punto, también se le colocaron seis sensores que transmiten información en tiempo real para medir la variabilidad térmica en distintas partes del vehículo y en diferentes condiciones de uso. Además, incorpora nuevas cubiertas especiales para enfrentar la hostilidad de las inmediaciones de la base, y sus terrenos de nieve, barro y permafrost.
Para la firma nipona, las condiciones climáticas de la Antártida presentan una oportunidad de investigación única para el diseño y desarrollo de nuevos vehículos y autopartes: “Lo que buscamos es entender cómo varía la temperatura en distintas piezas claves del vehículo. Luego replicamos esas condiciones en ensayos de ciclado térmico, lo que nos permitirá mejorar el diseño de cada componente en base al uso real en las condiciones más extremas de nuestra región”, explicó Luciano Giribone, gerente de Diseño de ingeniería de Toyota Argentina.
Por su parte, para las Fuerzas Armadas, contar con un vehículo de este tipo resulta esencial para llevar a cabo investigaciones científicas clave para el conocimiento de glaciares, biología y cambio climático. Actualmente, las bases Marambio y Belgrano también cuentan con Hilux para todo tipo de tareas: apoyo logístico, transporte de carga, patrullaje de antenas, búsqueda y rescate, correspondencia y apoyo a las operaciones aéreas. La GR-Sport en la Base Petrel tendrá un rol fundamental en la construcción de su nueva infraestructura.
Su traslado a la base antártica también representó un importante despliegue logístico: el viaje de la Hilux comenzó en la planta de Toyota en Zárate, donde fue acondicionada por el equipo de Ingeniería de la compañía. Desde allí fue transportada en un camión de la Armada hasta el puerto de la Ciudad de Buenos Aires, donde embarcó en el buque ARA Canal de Beagle, para partir hacia Tierra del Fuego. Luego fue embarcada nuevamente en el icónico rompehielos ARA Almirante Irizar, que todos los años realiza la compleja operación de abastecimiento en todas las bases argentinas de la Antártida. Casi un mes después, el domingo 3 de marzo a última hora del día, descendió del Irizar y completó el último trayecto hasta el muelle de la Base Petrel en un pontón de carga. Apenas tocó suelo fue recibida con un caluroso aplauso por los habitantes de la isla Dundee donde se ubica la base.
La compañía destaca esta alianza con el Comando Conjunto Antártico como un un ejemplo de cooperación público-privada, con grandes beneficios para ambas partes. Por un lado, ha sido de gran ayuda para la continuidad y crecimiento de la presencia argentina en el Continente austral, lo cual se reconocerá a partir de marzo con la exhibición de la primera Hilux antártica (equipada como ambulancia) en el Museo Nacional de Aeronáutica en la localidad de Morón. Pero además, la extensa estadía de las Hilux en la Antártida no solo sirvió para corroborar la calidad, durabilidad y confiabilidad de la pick up, sino también para obtener información clave para actuales y nuevos desarrollos.
muestra la seguridad que tiene el fabricante por su propio producto