Mercedes-Benz Argentina también celebra la historia de la marca y de sus productos más icónicos: el Clase G es hoy por hoy sinónimo de lujo, exclusividad y también aventura, habiendo pasado por diferentes etapas pero manteniendo su aspecto casi sin cambios durante 43 años. Para festejar el aniversario del Gelandewagen, la compañía organizó “Conexión Clase G”, un encuentro que reunió a más de 60 fanáticos del todoterreno en el Training Center de General Pacheco.
Producido casi de manera artesanal en la planta austriaca de Graz, a pesar de que su diseño ha permanecido prácticamente intacto desde hace cuatro décadas, la actual tercera generación se renovó por completo, aunque mantiene la fórmula tradicional de chasis de largueros. Creció en dimensiones, siendo ahora unos 5,3 cm más largo y unos 12 cm más ancho, y redujo considerablemente su peso gracias a la utilización de aluminio y aceros de alta resistencia en varias partes de la carrocería. El gran salto lo dio en el interior, con enormes displays para el instrumental y el sistema multimedia, salidas de aire tipo turbina de avión y cuidadísimos materiales y terminaciones. Mecánicamente, desde la generación anterior, el Clase G sorprende por la potencia de sus motores, con opciones que van desde los 285 CV hasta los 585 CV en el caso del G63 AMG, la variante más deportiva de la gama, siempre asociado a una caja automática de 9 velocidades y a un sistema de tracción integral con reductora y bloqueo de diferenciales.
Su origen fue mucho más humilde y como señalamos anteriormente, orientado al uso militar: el desarrollo del Gelandewagen comenzó en 1972 como parte de una alianza entre Daimler-Benz AG y Steyr-Daimler Puch con el objetivo de crear un 4×4 con destacadas capacidades off road. Se dice que nació de una idea del Shah de Irán para el ejército, por lo que las primeras unidades fueron probadas en lugares y condiciones extremas, como el desierto del Sahara, la selva negra alemana o el Círculo Polar Ártico. La producción comenzó en 1979, desde siempre en Graz y tuvo versiones comercializadas bajo licencia como el Peugeot P4 o el Puch G, con cambios en su mecánica, pero diseño prácticamente idéntico. Fue también uno de los Papamóvil más reconocidos y utilizados por Juan Pablo II y decenas de unidades fueron adquiridas por el ejército argentino. Su etapa más exclusiva comenzó en 1992 con la llegada de la segunda generación (W461), que tuvo su primera versión AMG equipada con un V8 con compresor que entregaba 476 CV y que pasó a ser de las más vendidas de la gama. La actual generación W463 fue presentada en el Salón de Detroit de 2018 y a pesar de la revolución tecnológica que plantea, sigue siendo uno de los vehículos con mayores capacidades off road del mercado.
Volviendo a Conexión Clase G, durante el evento fueron exhibidas varias unidades del todoterreno, con las infaltables anécdotas de sus propietarios, incluyendo un viaje desde Argentina hasta Alaska. Al respecto, Roberto Gasparetti, director de la División Autos en Mercedes-Benz Argentina, afirmó: “Este es el primer encuentro de una serie que estamos planeando. En la Clase G se encuentra una parte importante de la historia de Mercedes-Benz. La conjunción de lo clásico con lo nuevo; y la durabilidad, resistencia, aventura y lujo que son parte de la esencia de nuestra marca”.