Ferrari continúa la saga iniciada con la mítica F40, siguió con la F50, la Enzo y LaFerrari, ahora retomando la nomenclatura de las dos primeras de la serie y rindiendo un homenaje a sus antecesoras justamente, pero con toda la tecnología y performance actuales, más la experiencia en los sistemas híbridos de la Fórmula 1.
Comenzando por su diseño, no hay dudas de que se trata de un producto del Cavallino Rampante, no sólo por el característico color rojo, sino por su figura. Su silueta recuerda a la F50, pero si la observamos más minuciosamente, vamos a encontrar guiños a la F40 e incluso a la Daytona, sobre todo en el sector frontal, con la máscara negra que une los faros. Por arriba y por debajo se destacan las enormes entradas de aire que por supuesto cumplen una función aerodinámica, al igual que todo elemento de su carrocería, con líneas fluidas sólo interrumpida por los cortes de las tomas de aire. Los pasarruedas traseros están inspirados en la F40, mientras que el diseño del alerón y el remate posterior, nos vuelven a traer a la mente a la F50.
Puertas adentro, como todo integrante de esa saga, no hay muchas concesiones al lujo, sino que todo apunta a la deportividad, al ahorro de peso y a crear un ambiente cercano al de un vehículo de competición. El volante es de nuevo diseño, con la parte superior y la base más achatada, con la mayoría de los controles y configuraciones de los modos de manejo, ajuste de la suspensión y frenos como en un Fórmula 1. Cuenta además con un enorme display para el instrumental, también configurable, mientras que la pantalla para el climatizador se ubica en la parte inferior de la consola central junto a otros mandos que dibujan el clásico esquema en H que utilizaban los deportivos de la marca con caja manual. Como curiosidad, la butaca del conductor es de color rojo y posee regulaciones, mientras que la del acompañante es de color negro y está fijada al chasis. Dispone asimismo de cinturones de seguridad de cinco puntos.
La firma italiana tampoco dejó de lado la seguridad: la F80 posee frenado autónomo de emergencia, alerta de cambio de carril involuntario, asistente de mantenimiento de carril, asistente automático de luces altas y reconocimiento de señales de tránsito.
Momento de hablar de su mecánica: al igual que el monoplaza de Fórmula 1, parte de la base de un motor V6 3.0 biturbo, que comparte el block con la 296 y que por sí sólo entrega 900 CV. Se asocia a tres motores eléctricos: los dos primeros se ubican en el eje delantero y actúan en la vectorización de par, mientras que el tercero, ubicado en el eje trasero, sirve para arrancar el motor de combustión, recuperar energía y aportar un torque extra. En conjunto, desarrolla 1.200 CV, acoplado a una caja automática de doble embrague de 8 velocidades, pudiendo acelerar de 0 a 100 km/h en 2,15 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 350 km/h.
Adicionalmente, dispone de tres modos de conducción: Hybrid, que prioriza la recuperación de energía; Performance, que entrega más potencia; y Qualify, que aprovecha toda la potencia y par del sistema híbrido para lograr la máxima performance. También cuenta con la función Boost Optimization, que lee el circuito y puede brindar potencia adicional o repartirla según el sector por el que se transite. La suspensión utiliza la tecnología Multimatic de dureza variable y funciona de manera activa, mientras que a la hora de frenar, posee frenos carbono-cerámicos desarrollados por Brembo con tecnología CCM-R Plus, más resistentes y con mayor rendimiento. Hay dos opciones de neumáticos provistos por Michelin: Pilot Sport Cup 2S o Pilot Sport Cup 2RS.
Sólo serán construidas 799 unidades del F80, ensambladas desde finales de 2025 y hasta 2027, con un precio de 3,6 millones de euros.
