
Su nombre y parte de su imagen hacen referencia a una leyenda de las pistas, que nació para demostrar que Ford podía estar a la altura y superar a una afamada marca de deportivos en las exigentes 24 horas de Le Mans. 50 años después, esa historia se volvió a repetir, logrando una victoria con un auto que reinterpreta el estilo de aquel modelo de 1966, pero con tecnología de vanguardia y una mirada al futuro: el Ford GT.
En 2015 la firma del óvalo presentó un concept que anticipaba esta nueva generación de su superdeportivo. La recepción fue tal que la marca decidió fabricarlo prácticamente sin cambios, con una producción muy limitada que mucho antes de presentarse el modelo definitivo ya se había agotado.
El nuevo GT cuenta con un diseño que recuerda al mítico GT40, especialmente en el frente y en su silueta, pero con detalles de avanzada y una aerodinámica trabajada al extremo, cada línea y curva está diseñada para minimizar la resistencia y optimizar la carga dinámica, desde su forma de lágrima hasta el fuselaje inspirado en aviones y el parabrisas curvo para mejorar la visibilidad. También posee componentes aerodinámicos activos, como el alerón trasero, que se ajusta en altura y ángulo según las condiciones de manejo.
El chasis tiene varios componentes de fibra de carbono, al igual que la cabina y butacas, lo que le da una mayor resistencia y a la vez reduce significativamente el peso del vehículo. Las puertas son del tipo alas de gaviota y permiten el acceso a un interior simple pero muy tecnológico. Las butacas son fijas y están combinada con pedales y columna de dirección regulables. El volante integra todos los controles para el conductor, incluyendo los comandos para el cambio de marchas. Asimismo, el instrumental es completamente digital y configurable.
Otra innovación del GT frente a sus predecesores es la motorización: un V6 EcoBoost biturbo, de 3.5 litros de cilindrada con inyección dual directa, que desarrolla 656 CV y está ubicado en posición central. Se acopla a una transmisión automática/secuencial de doble embrague y 7 marchas, con tracción trasera. Este motor fue probado en carreras de durabilidad de la categoría IMSA Daytona Prototype, donde además de su performance, se destacó por la eficiencia, un atributo clave en desafíos de resistencia.
Su presencia en el stand de Ford en el Salón del Automóvil de Buenos Aires cerraba el lote de deportivos (Mustang, Shelby GT350R y F-150 Raptor) que la automotriz estadounidense mostró en su espacio. Una demostración de poder, pero con mínimas chances de verlo rodar por nuestras calles o circuitos.