Fue uno de los Dakar más difíciles de los últimos años: todos los equipos y pilotos coinciden en la misma apreciación. Prueba de ello es que el 25% de los participantes debieron abandonar antes de llegar a Bolivia. Aún así, el equipo de Hino logró mejorar su clasificación respecto al año pasado, al finalizar en el sexto lugar en su categoría (en 2017, el mejor clasificado terminó 8vo).
«Habíamos estudiado mucho la ruta y sabíamos de sus dificultades, pero las dunas peruanas, las montañas y la altitud en Bolivia y el suelo pedregoso con cruces de ríos en Argentina resultaron mucho más duros de lo que esperábamos», afirmó Teruhito Sugawara, al volante del Serie 500 que finalizó la competencia.
A pesar de las dificultades, los camiones de la marca japonesa estaban bien preparados para este desafío. Además de entrenar en pruebas durante el verano boreal, ambas unidades recibieron ajustes en el motor –que les permitieron aumentar la potencia a 700 CV-, equipos de rotación instalados y mejoras en la suspensión. «Sin dejar de ser un camión liviano, el Hino que compite en el Dakar está muy cerca de los camiones grandes por sus prestaciones. Además, teniendo en cuenta que contamos con un equipo de 16 personas, cuando otras marcas tienen 50, haber llegado en el sexto lugar muestra que alcanzamos una excelente relación costo/beneficio, gracias a la calidad del camión y al esfuerzo y la excelencia del equipo», destacó Teruhito.
Lamentablemente, Yoshimasa Sugawara, conocido como “el abuelo del Dakar”, al ser el piloto de mayor edad que participa en la competencia –con 77 años corrió su 35º rally consecutivo-, debió abandonar en la segunda etapa. Aún así y fiel a su optimismo, valoró el trabajo del equipo: “Hasta el año pasado nunca tuve la necesidad de abandonar una carrera y por eso no sabía lo que pasaba abajo, el abandonar este año me dio la oportunidad de estar con el equipo de soporte, ver todo lo que se hace bien y estudiar cómo mejorar algunas cosas técnicas”.