Muy valorados por su torque y rendimiento, con una autonomía que envidiaría cualquier motor naftero y prestaciones que, gracias al avance de la tecnología son equiparables, los propulsores diésel tuvieron su época de gloria hace muy pocos años atrás. Pero en la actualidad, lamentablemente empiezan a tener sus días contados: tanto por las cada vez más exigentes normativas de emisiones, como por la proliferación de vehículos híbridos y eléctricos. Varias marcas ya anunciaron que dejarán de ofrecer impulsores alimentados por gasoil en los próximos años, a las que ahora se suma Porsche.
Si bien la oferta diésel de la firma de Stuttgart era algo acotada, estaba presente en tres de sus modelos más importantes: en la generación anterior del Cayenne (no está prevista en la actual), Macan y Panamera. Porsche era justamente una de las automotrices que habían demostrado que la deportividad también podía ir de la mano con un motor diésel, pero, de acuerdo con la revista británica Autocar, la marca alemana decidió desistir definitivamente de este tipo de combustible.
El primer motivo que argumentó Porsche es “el cambio cultural”, es decir, la preferencia del público por los tradicionales motores nafteros y la tecnología híbrida, que por ejemplo, en el caso del Panamera, representa el 50% de sus ventas en Europa, sumado a las restricciones que se implementarán para los vehículos diésel en las principales ciudades del viejo continente.
La otra justificación es la apuesta de la marca a los eléctricos –que se materializará próximamente con el Mission E- y a los híbridos, terreno en el que la automotriz quiere seguir investigando y desarrollando nuevas soluciones. Para 2025, Porsche estima que uno de cada cuatro de sus autos vendidos contará con algún tipo de hibridación o electrificación.
De esta manera, la compañía alemana se diferencia de los otros integrantes del Grupo Volkswagen –como Audi o la propia VW-, que sí continuará apostando por los diésel como parte esencial de su gama.