Se acerca una nueva era que podría significar el final de vehículos tan tradicionales y arraigados con los motores de combustión como los muscle cars, pero que también podría representar la oportunidad para que algunas marcas puedan sobrevivir. Aunque suene contradictorio, eso es lo que puede suceder con Dodge. Actualmente, el Challenger y el Charger continúan sorprendiendo en el mercado norteamericano: a pesar de sus años –llevan más de una década sin un recambio generacional, sólo con actualizaciones constantes y puntuales- superan en ventas incluso al Ford Mustang, pero hay una realidad inevitable, su final se acerca, ya no sólo por su veterana plataforma cuyo origen data del Mercedes-Benz Clase E de principios del 2000 y que ya está llegando al límite de su desarrollo, sino porque la industria automotriz en general va camino hacia la electrificación total y el Grupo Stellantis ya trazó un plan con ese objetivo. Entonces, a pesar de que pueda parecer un sacrilegio, un muscle car eléctrico podría ser la solución.
Es una jugada arriesgada pero con mucho sentido y en Stellantis ya trabajan en ello. Si Dodge fue la última en sumarse al regreso de la era dorada de los muscle cars luego de Ford con la anterior generación del Mustang con un claro diseño retro y Chevrolet resucitando al Camaro, ahora pretende ser la que pique en punta en electrificación. Los rumores comenzaron a circular desde hace meses pero fueron confirmados recientemente durante el EV Day de la compañía, donde además de develar el enfoque que tendrá la firma estadounidense («Tear up the streets… not the planet» -Derribando las calles… no el planeta-), también apareció el primer teaser.
Hay que reconocer que Dodge es, de las tres grandes norteamericanas, la que mejor sabe jugar con su historia, la nostalgia y su esencia. Desde utilizar denominaciones clásicas de los 60, hasta colores típicos de la época que quedaron en la memoria de sus clientes y fanáticos. Y este nuevo producto no será la excepción: lo poco que se llega a apreciar de sus líneas son las típicas de un muscle car de la marca, trazos rectos, porte imponente y un frente que dependiendo de la fotografía (son dos en total, una con los DRL encendidos y otra no) recuerda al Charger y al Challenger original, es decir, el condimento retro sigue estando más presente que nunca, contrario a algunos de sus competidores que buscaron acercarse a un diseño más global y moderno. Pero sin dudas, la frutilla del postre está en el centro: por enésima vez, Dodge cambiará de emblema, retornando a uno de los más recordados tanto en Estados Unidos como en Argentina, el logo triangular Fratzog, que fue utilizado hasta finales de la década del 70.
La esencia, el diseño y la mística está… ¿pero el motor? Lamentablemente, tendremos que decir adiós al icónico V8 HEMI y sus bestiales preparaciones Hellcat y lo que más vamos a extrañar, el gorgoteo típico de este motor que se transforma en un rugido fuerte y ronco al acelerarlo. ¿Cómo resolverá la marca la falta de esta seña de identidad? Todavía no lo sabemos, pero potencia y torque no le faltarán: aunque por el momento desde la compañía no brindaron más detalles ni la configuración que tendrá, por las imágenes podemos ver a los cuatro neumáticos humeantes, no sólo los traseros, por lo que estimamos que el muscle car eléctrico tendrá tracción integral, muy probablemente proveniente de dos motores, uno en cada eje. Para estar a la altura de las circunstancias y ser un referente, deberá superar la marca del Hellcat, es decir, los 717 CV y 890 Nm de torque.
Los teasers y primeros datos se ven realmente prometedores, si el público acepta este rotundo cambio en los muscle cars, Dodge podría tener un futuro asegurado y promisorio que la salve de la extinción. Eso sí, para verlo en las calles todavía habrá que esperar: recién será lanzado en 2024.
